Ya sabemos que vivimos en una sociedad en la que todo va muy deprisa. Nos pasan los días, las horas, corriendo de aquí para allá, que si el trabajo, las clases de idiomas, el gimnasio, la familia, los amigos…., sin pararnos casi ni para respirar! Por suerte, y no me extraña, han ido saliendo muchos espacios, libros, etc. donde se puede practicar el mindfulness, el yoga, o sea, técnicas para poder reducir la velocidad de crucero que llevamos.
De todas formas, me estoy dando cuenta que no nos planteamos lo que realmente nos apetece. Más o menos escogemos, según donde van las masas, los amigos o lo que nos han indicado nuestros padres. Pero, ¿qué és lo que realmente nos va bien? ¿Qué tipo de comida nos sienta bien? ¿En qué quiero realmente invertir mi tiempo y mi energía?
Como no nos lo planteamos y funcionamos por inercia, muchísimas veces nos sentimos vacíos, sin fuerza, ni energía, ni ganas de nada. Nos vemos en la obligación de hacer tareas que comportan decirnos a lo largo del día: ‘tengo que’, ‘debería’, ‘tendría’. Estas expresiones nos están mostrando que no tenemos en cuenta nuestros valores, vivimos una vida como pasajera, sin profundidad y sin brillar.
Si nuestras decisiones, nuestras metas y objetivos están alineados con aquello que realmente queremos, nos sentimos llenos de energía, con ganas y satisfechos. Y tenemos la sensación que todo fluye. No escoger nuestro camino y acabando tomando decisiones que no nos apetecen, puede llevarnos a sentirnos mal, incluso a enfermar. Cuando lo que sentimos, pensamos y hacemos no está alineado, no estamos siendo sinceros con nosotros y no nos respetamos.
¿Qué crees que tenemos que escoger para hacer felices a los demás? ¿Para qué? ¿Para ser infelices nosotros? Yo creo que este es un mal camino para uno mismo.
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